Estos son momentos extraños para los códigos QR (por sus siglas en inglés; del término inglés "Quick Response Code"), aquellos cuadrados con patrones digitales hallados en anuncios publicitarios que se asemejan a símbolos aztecas. Los códigos QR están por todas partes, pero muy pocos logran reconocer su uso y aún menos reconocen su potencial para reconfigurar el método preferido de escaneo y rastreo en la industria del manejo de material.
Así como el más reconocido Código Universal de Productos (UPC, por sus siglas en inglés) o código de barras, los códigos QR son imágenes legibles que contienen información. A diferencia de los UPC más reconocibles, la información disponible en un código QR tiene muchísimo más cuerpo. Con un lector de código de barra o aplicación de teléfonos móviles inteligentes, los usuarios pueden obtienen un número de identidad de veinte dígitos. Dentro de un sistema mayor de redes, ese número puede brindar un nombre, precio o algún otro detalle simple de la remesa. Cualquiera en la industria puede dar fe que la simplicidad es lo preferido, sin embargo los códigos de barras simples -en contraste con la tendencia cambiante hacia códigos QR de mayor volumen- también dan a entender una apariencia rudimentaria. Los códigos QR no sólo almacenan más dígitos y texto que los códigos de barras, sino que también almacenan localizadores uniformes de recursos (URL, por sus siglas en inglés) capaces de dirigir a usuarios a destinos completamente nuevos.
Hasta el momento, esos destinos se habían limitado a cupones en las tiendas Banana Republic o Best Buy en EE.UU., (los códigos QR son empleados mayormente como materiales de mercadotecnia para tiendas detallistas), pero no siempre fue así. Desarrollado por los japoneses en 1994, los códigos QR fueron inicialmente utilizados como una manera avanzada para que los fabricantes de vehículos rastrearan piezas. La aceptación en EE.UU. se ha desarrollado lentamente en la industria debido a que implicaría reemplazar los lectores de código de barras casi íntegramente. Las empresas que están optando por este código también deben asumir el desarrollo de un destino al cual los usuarios llegarían mediante las lecturas avanzadas de los códigos QR.
¿De qué sirve enviar información escaneada a un URL que no existe?
Junto con el costo de instalación de un sistema de lectura completamente nuevo, y el tiempo que tomaría para entrenar a cada integrante de la cadena de suministro para utilizar la nueva tecnología, el relativo desconocimiento de los códigos QR en EE.UU. también ha impedido que se estandarice. Con numerosos variantes disponibles en ese código a base de bloques, sin estandarización, se requieren múltiples lectores de código QR para asegurar que cada código sea legible. Las capacidades del láser de lectura de un código de barras normal no presentan esta naturaleza tan voluble, especialmente considerando el nivel alto de riesgo de daños que acompaña a los códigos bidimensionales. Dave Gordon, el gerente de desarrollo comercial de DL Label Inc., una compañía que se especializa en códigos de barras, señaló que mientras que los códigos QR son imágenes que son escaneadas como un ente completo y pueden aparecer corruptos si una porción del código está dañado, los códigos de barras no son tan frágiles. "Un código de barras unidimensional es mucho más permisivo, ya que se lee de izquierda a derecha, así que aunque haya un daño en el código de barras, todo lo que se requiere es reubicar el láser para que se enfoque en el área que no esté dañada".
Muchos de los eslabones de la cadena de suministro dependen de ingresar manualmente la información copiada de documentos escaneados. Por el costo de facilitar a los conductores de transporte con teléfonos móviles inteligentes o lectores de imágenes, la información tiene el potencial de ser ingresado más rápidamente, con mayor frecuencia y con más precisión, mediante los códigos con URL integrada en las órdenes de distribución, y luego los conductores escanean el código, ingresan al sitio integrado e ingresan ciertos datos de información en el comprobante de entrega. El resultado final sería un método de información de entrega más rápido, el cual mostraría una trayectoria rastreable de destinos de entrega.
Los códigos de barra funcionan. Han funcionado por décadas y difícilmente la mayoría de compañías arreglarían un sistema que funciona. Sin embargo se obtendría una eficiencia de los códigos QR que ofrecen capacidades omnidireccionales de mayor peso.
En tanto que las compañías sigan creciendo eficientemente y aumente la demanda por un informe de entregas inmediato, el empleo de códigos de barra podría resultar ser un fango demasiado espeso del cual escapar. El recurso de códigos QR ha permanecido en gran medida sin explotar, y quizá ahora haya evolucionado lo suficiente para finalmente caminar y dejar una huella indeleble sobre la tierra.